martes, 2 de junio de 2015

Proverbios 1:1-6 (Matthew Henry)

I. El objetivo de los Proverbios

1 Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel. 2 Para entender sabiduría y doctrina, Para conocer razones prudentes, 3 Para recibir el consejo de prudencia, Justicia, juicio y equidad; 4 Para dar sagacidad a los simples, Y a los jóvenes inteligencia y cordura. 5 Oirá el sabio, y aumentará el saber, Y el entendido adquirirá consejo, 6 Para entender proverbio y declaración, Palabras de sabios, y sus dichos profundos.


Tenemos aquí una introducción a este libro, que algunos piensan fue prefijado por el coleccionista y editor, Esdras; pero se supone haber sido escrito por Salomón mismo, que, en el principio de su libro, propone su fin en escribirlo, poder mantenerse en su asunto, y perseguir de cerca ese fin. Aquí se nos dice,
I. Quién escribió estos refranes llenos de sabiduría, (v. 1). Son los proverbios de Salomón.
1. Su nombre significa pacífico, y el carácter de su espíritu y de su reinado contesta a eso; ambos fueron pacíficos. David, cuya vida estaba llena de aflicciones, escribió un libro de devoción; ¿está alguno afligido? Haga oración (Santiago 5:13). Salomón, que vivió pacíficamente, escribió un libro de instrucción; porque cuando las iglesias tenían paz eran edificadas (Hechos 9:31). En tiempos de paz debemos aprender, y enseñar a otros, lo que en épocas de dificultades debemos practicar.
2. Él era el "hijo de David"; era su honor permanecer relacionado con ese buen hombre, y él lo reconoce así con buena razón, porque a él le fue mejor por eso (1 Reyes 11:12). Lo habían bendecido con una buena educación, y se había orado por él (Salmo 72:1), el efecto de ello eran su sabiduría y utilidad. La generación de los rectos es bendecida así, que sean de bendición, bendiciones eminentes, en su día. Cristo es llamado a menudo el hijo de David, y Salomón era un tipo de él en esto, como en otras cosas, ya que él abrió su boca en parábolas o proverbios.
3. Él era rey de Israel, un rey, pero no era ningún menosprecio para él ser instructor del ignorante, y un maestro de niños, rey de Israel, de esa gente entre quien Dios era conocido y su nombre era grande; entre ellos él aprendió la sabiduría, y a ellos la comunicó. Toda la tierra buscó a Salomón para oír su sabiduría, que sobresalió a la de todos los hombres (1 Reyes 4:30; 10:24); era un honor para Israel que su rey fuera tal dictador, tal oráculo. Salomón era famoso por sus proverbios; cada palabra que él dijo tenía el peso en sí misma, y algo que era sorprendente y edificante. Sus criados que lo asistieron, y oyeron su sabiduría, habían entre ellos, recogido 3000 proverbios los cuales escribieron en sus diarios; pero éstos fueron de su propia escritura, y no ascienden a cerca de mil. En éstos él fue divinamente inspirado. Algunos piensan que de esos otros proverbios, que no fueron inspirados, los libros apócrifos de Eclesiástico y Sabiduría de Salomón fueron compilados, en los que hay muchos refranes excelentes, y de gran uso; pero, al tomarlos en conjunto, están muy por debajo de este libro. Los emperadores romanos tenían cada uno de ellos su símbolo o lema, así como muchos ahora tienen su escudo de armas. Pero Salomón tenía muchos refranes de peso, no como los suyos, prestados de otros, sino del producto de esa sabiduría extraordinaria con la cual Dios lo dotó al él.
II. Para qué fin fueron escritos (v. 2-4), no para ganar una reputación al autor, o consolidar su interés entre sus súbditos, sino para el uso y el beneficio de todos que en cada época y lugar serán gobernados por estos dictados y los estudiarán de cerca. Este libro nos ayudará,
1. Para formar nociones rectas de las cosas, y para poseer nuestras mentes con ideas claras y distintas de ellas, que podemos conocer sabiduría e instrucción, esa sabiduría que se consigue por la instrucción, por la revelación divina, podemos conocer ambas cómo hablar y actuar sabiamente e instruir a otros.
2. Para distinguir entre la verdad y la falsedad, el bien y el mal—conocer razones prudentes, comprenderlas, juzgarlas, evitar errores, y para dar cabida a lo que se nos enseña a nosotros mismos y para nuestro propio uso, para que podamos discernir las cosas que difieren y no imponerlas, y podamos aprobar cosas excelentes y no perder el beneficio de ellas, así como el apóstol ora (Filipenses. 1. 10).
3. Para ordenar nuestra conversación correctamente en cada asunto (v. 3). Este libro dará, eso que podemos recibir, el consejo de prudencia, ese conocimiento que dirigirá nuestra práctica en justicia, juicio, y equidad, que nos dispondrá para dar a cada uno lo suyo, a Dios las cosas que son Dios, en todas los ejercicios de la devoción, y a los hombres lo que a los hombre se debe, según las obligaciones que por la relación, función, acuerdos, o sobre cualquier otro asunto, le somos subordinados. Tenga en cuenta, aquellos son verdaderamente prudentes, y ninguno sino aquellos, que son universalmente meticulosos; y el diseño de la escritura es enseñarnos esa sabiduría, justicia en los deberes de la primera tabla, juicio en los de la segunda tabla, y equidad (que es sinceridad) en ambos; así algunos los distinguen.
III. Para el uso de quién fueron escritos, (v. 4). Son para el uso de todos, pero están diseñados especialmente,
1. Para los simples, darle sagacidad. Las instrucciones aquí dadas son simples y fáciles, y al nivel de la capacidad más humilde, los hombres indecisos, aunque tontos, no errarán en ellas; y ésos hombres son propensos a recibir beneficios de esas instrucciones ya que son sensibles de su propia ignorancia y de su necesidad de ser instruidos, y están por lo tanto, deseosos de recibirla; y los que reciben estas instrucciones en su luz y poder, aunque sean simples, por este medio serán sagaces, gentilmente astutos para conocer el pecado que deben evitar y el deber que tienen, y para escapar de las artimañas del tentador. El que es tan inofensivo como una paloma al observar las reglas de Salomón puede llegar a ser astuto como una serpiente; y el que ha sido pecaminosamente necio cuando comienza a gobernarse por la palabra de Dios se hace delicadamente sabio.
2. Para los jóvenes, darle inteligencia y cordura. La juventud es la edad de aprendizaje, en la que el joven aprovecha las instrucciones, recibe impresiones, y conserva lo que se aprende; es por lo tanto de gran importancia que la mente esté bien madura, ni puede recibir un tinte mejor que de los proverbios de Salomón. La juventud es impetuosa, precipitada y desconsiderada; el hombre nace como el pollino del asno salvaje, y por lo tanto necesita ser quebrantado por las restricciones y de ser dirigido por las reglas que encontramos en este mundo. Y, si la gente joven prestara atención a sus caminos según los proverbios de Salomón, pronto ganarán la inteligencia y cordura de los más viejos. Salomón tenía un ojo puesto a la posteridad al escribir este libro, esperando que por medio de él las mentes de las siguientes generaciones fueran sazonadas con los principios abundantes de la sabiduría y de la virtud.
IV. Qué buen uso se puede hacer de ellos, (v. 5, 6). Los que son jóvenes y simples pueden por ellos ser hechos sabios, y no son excluidos de la escuela de Salomón, así como la de Platón. ¿Pero es exclusivamente para tales? No; aquí no hay sólo leche para los bebés, sino carne sólida para los adultos. Este libro no sólo hará al tonto y malo sabio y bueno, sino que al sabio y mejor aún más sabio y mucho mejor; y aunque el hombre simple y el joven tome estas instrucciones a la ligera, y  puede que no le parezca ser lo mejor para ellos, el hombre sabio  las oirá. La sabiduría será justificada por sus propios hijos, aunque no por los muchachos sentados en la plaza del mercado. Tenga en cuenta esto, incluso los hombres sabios deben oír, y no creerse demasiado sabios para aprender todavía más. Un hombre sabio es sensible de sus propios defectos (Soy ignorante de muchas cosas, pero no de mi propia ignorancia), y por lo tanto sigue adelante, aprendiendo más, para saber más y saberlo mejor, más claramente, y saber mejor cómo hacer uso de ello. Mientras vivamos debemos esforzarnos para aumentar todo aprendizaje que sea útil. Era un refrán de uno de los más grandes rabinos, "Si nuestro stock de conocimiento no aumenta, se está perdiendo”; y los que quieren aumentar su aprendizaje deben estudiar las escrituras; estas hacen perfecto al hombre de Dios. Un hombre sabio, aumentando su aprendizaje, no sólo es de provecho para sí mismo, sino que también para otros,
1. Como consejero. Un hombre entendido en estos preceptos de sabiduría, comparándolos entre sí y con sus propias observaciones, poco a poco adquirirá consejos sabios; él recibirá justa promoción, y será consultado como oráculo, y se le confiará la administración de asuntos públicos; él vendrá a sentarse a la cabeza. También note que, La maestría es la manera de honrar; y a los que Dios ha bendecido con sabiduría deben estudiar para hacer lo bueno con ésta, según cuál sea su ámbito. Es más digno ser consejero de un príncipe, pero es más caritativo ser consejero para los pobres, así como Job con su sabiduría. Job 29. 15, “Yo era ojos a los ciegos”.
2. Como intérprete (v. 6) - para entender proverbio. Salomón era a sí mismo famoso por exponer enigmas y resolver preguntas difíciles, lo cual era en la antigüedad el entretenimiento célebre de los príncipes orientales, ser testigos de las soluciones que dio a las preguntas con las que la reina de Saba pensó que le desconcertarían. Ahora aquí él se compromete equipar a sus lectores con ese talento, hasta sería útil a los mejores propósitos. Entenderán proverbio, incluso la interpretación, sin la cual el proverbio es una nuez que no ha sido abierta; cuando oyen un refrán sabio, aunque sea figurado, tomarán el sentido de él, y sabrán cómo hacer uso del mismo. Las palabras de sabios son refranes a veces oscuros. En las epístolas de Pablo las cuales son difíciles de ser entendidas; pero a los que, son bien versados en las escrituras, saben cómo comparar lo espiritual con lo espiritual, serán fáciles y seguras; de modo que, si se les pregunta, ¿han entendido todas estas cosas? Pueden contestar, Sí, señor. Tenga en cuenta, Es un crédito a la religión cuando los hombres honestos son hombres con sentido; por lo tanto toda la persona buena debe tener como objetivo el ser inteligente, esmerarse en el uso de los medios, para que su conocimiento pueda aumentar.

MATTHEW HENRY